El pasado 5 de noviembre, Kazutaka Satoh, representante de la International Otaku Expo Association e invitado a la XXIII edición del Salón del Manga de Barcelona, presentó una conferencia sobre el poder blando de Japón. Para quien no esté familiarizado con este término diplomático, el poder blando (en oposición al poder duro, de carácter político o militar) es el poder o influencia que un país ejerce sobre otros por medios culturales e ideológicos. Como podréis imaginar, en el caso de Japón, el manga y el anime forman parte de este poder blando, y funcionan como una herramienta muy positiva y eficaz de influencia en el extranjero, por lo que el contexto del Salón era bastante acertado para una charla sobre este tema.
Para mi desgracia, no pude asistir más que a la parte final de esta exposición del señor Satoh. Y si bien el tema de la misma era la influencia de Japón a nivel internacional a través de estos medios, durante la ronda final de preguntas, un miembro del público quiso saber si existía el caso contrario: ¿llegan a Japón y son tenidas en cuenta las opiniones sobre manga y anime del público internacional? La respuesta de Kazutaka Satoh fue firme: sí, la opinión internacional es, de hecho, cada vez más relevante para el manga y el anime. Además, quiso ofrecer un ejemplo concreto. Según explicó, el anime de One-Punch Man fue un auténtico éxito internacional, mientras que en Japón pasó relativamente desapercibido. Para Japón, es importante estudiar y entender el por qué de un éxito tan rotundo más allá de sus fronteras de un producto que no ha interesado tanto al público nacional. Satoh señaló que gestos tan sencillos como los comentarios en páginas de streaming, del estilo de Crunchyroll, podían ayudar a los japoneses a alcanzar esta comprensión.
Antes de continuar, quiero dejar claro que esto no es una crítica tardía al anime de One-Punch Man. El único motivo por el que voy a centrar este artículo en él es que ese fue el ejemplo que puso el señor Satoh, y considerando las reacciones que recuerdo durante su emisión, me ha hecho reflexionar acerca de la manera en que el público internacional se toma su papel como consumidor de anime.
Tal y como señala Satoh, yo recuerdo la emisión del anime de One-Punch Man como una de las más comentadas de su temporada. De hecho, dio lugar a que llegara el manga en el que se basa a España. Poco después llegaría Mob Psycho 100, del mismo autor, y se anunciaría también su adaptación al anime. Quizá me equivoque, pero siempre he considerado que el éxito de One-Punch Man fue, en cierta medida, el que dio el empujoncito a Mob Psycho 100 y lo lanzó también a la fama. Si nos fiamos de la palabra de Satoh, pues, la base de todo esto sería más el éxito del anime de One-Punch Man en el extranjero que en el propio Japón.
Y aquí es donde entra en juego la actitud de ese público extranjero. Como suele suceder con los “bombazos”, One-Punch Man recibió, además del apoyo de sus fans y una gran difusión, un buen número de críticas. Entre los puntos negativos que nuestra oh gran comunidad de Internet vio en este anime, recuerdo como destacables la pésima representación LGTB+ de la serie (concentrada en la figura de Puripuri Prisoner, un hombre afeminado cuyo aspecto se presenta como ridículo y cuyo trasfondo se basa en que es un hombre gay constantemente encarcelado por violar a sus “intereses amorosos”, que además funciona en la serie como un alivio cómico), o la escasa y altamente sexualizada presencia femenina. Y en esa misma comunidad online se repitió una respuesta a esas críticas que no es en absoluto exclusiva de este caso, y que, cuando la discusión trata de anime, es difícil no encontrar entre los argumentos de algún internauta:
Es una obra japonesa, hecha para japoneses y a gusto de japoneses. El público internacional es un público accidental y secundario, que no interesa a los creadores ni es tenido en cuenta. Si la sociedad japonesa es así, representa así su realidad y disfruta de este tipo de productos, eso no tiene nada que ver con nosotros, ni a nadie le importa nuestra opinión.
Dejando al margen el hecho de que nunca me ha parecido un buen argumento, la cuestión es que después de la explicación de Satoh, esas palabras fueron lo primero que me vino a la mente. He perdido la cuenta de las veces que las he visto repetidas por Internet, en el contexto que sea, y en la primera ocasión en que veo a alguien preguntar a un japonés al respecto, las niega sin dudarlo. Según la postura de Satoh, se deduce que si el público internacional del anime fue alguna vez accidental, a día de hoy podemos decir que eso ya no es así. Y el propio One-Punch Man es un claro ejemplo de ello. Así pues, si en Japón no destaca el interés por esta obra y a nivel internacional sí, ¿de verdad el tipo de problemáticas que pueda presentar son tema de Japón y no nuestro? ¿De verdad que nosotros aceptemos estas cuestiones en los productos que consumimos no refleja nuestra visión del mundo y a nuestra sociedad? ¿O estamos promoviendo, conscientemente o no, la adecuación de un producto a nuestras preferencias y escudándonos en que, por ser una creación ajena, los aspectos cuestionables que presente no son nuestra responsabilidad?
No pretendo tergiversar las cosas. Estoy segura de que, por mucho que One-Punch Man destaque por su éxito internacional, también ha tenido que tener algún éxito en Japón, incluso aunque este no fuera masivo. Tampoco pretendo presentar la obra como un producto terrible, ni mucho menos; soy la primera que siguió la serie al día en su momento, y bien que me reí con ella. Disfrutar de algo no implica necesariamente hacer la vista gorda con sus defectos. Y, repito, que hable concretamente de One-Punch Man es absolutamente fortuito, ya que el propio Satoh la mencionó solamente como un ejemplo de la que es una realidad: el público internacional es relevante para la industria del anime. Y esa es realmente la reflexión interesante; vivimos en un mundo globalizado, y si el bien el anime ya contaba con presencia en el extranjero desde clásicos como Astro Boy, la realidad es que actualmente se exporta prácticamente el total de la producción de cada nueva temporada. Los japoneses ya son conscientes de que el público internacional es un miembro de pleno derecho de la industria. ¿No es hora de que nosotros mismos nos demos cuenta de nuestra propia relevancia y responsabilidad como consumidores?
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